La industria energética se enfrenta a un "trilema" y así lo está afrontando

La industria energética se enfrenta a un trilema. La invasión rusa de Ucrania ha expuesto a la industria energética y al mundo la fragilidad de la seguridad energética. Las centrales de carbón se están poniendo en marcha y los proyectos de energías renovables están sufriendo presiones. Por otra parte, los consumidores se ven presionados por el coste de la energía.

Este trilema también está en transición. En un año complejo y difícil para la industria energética, el triple problema ha conducido a un conflicto de prioridades. Pero, en un sistema energético descarbonizado, la sostenibilidad energética, la asequibilidad y la seguridad deberían tirar todas en la misma dirección, y los sectores público y privado podrían resolver este triple problema con un nuevo enfoque de escalado y aplicación.

DNV acaba de realizar su decimotercera encuesta mundial a más de 1300 profesionales de alto nivel del sector de la energía, además de entrevistas cualitativas con líderes del sector de la energía, las energías renovables, el petróleo y el gas y las industrias consumidoras de energía. La investigación evalúa la confianza, las expectativas y las prioridades de la industria energética en todo el mundo para el próximo año. Incluye la participación de toda la cadena de valor, desde los productores de petróleo y gas y los generadores de energías renovables hasta el sector eléctrico y los usuarios finales.

El triple problema al que se enfrenta la industria está dando lugar a prioridades contrapuestas. Pocos creen que la transición proporcionará energía segura, limpia y asequible en la próxima década a todas las partes del sistema energético en sus países de operación. Quizá el dato más preocupante de esta investigación es que sólo el 39% se siente optimista sobre la posibilidad de alcanzar los objetivos de descarbonización de su organización, y hasta un 29% se siente pesimista sobre este objetivo.

La transición energética se ha acelerado con la pandemia de COVID-19 y la crisis energética. Los mercados están esforzándose por mantenerse al día en diversos ámbitos, desde los sistemas de transmisión y distribución, las cadenas de suministro, la concesión de permisos y licencias, la financiación, las infraestructuras y la mano de obra. Los obstáculos podrían ralentizar el ritmo de la transición energética en el próximo año, pero se está cobrando impulso para romper estas barreras a medida que las sociedades sienten cada vez más los efectos de las crisis climática y energética, y que se agudizan los cuellos de botella que frenan el progreso.

El optimismo sigue siendo fuerte en toda la industria energética, pero sólo el sector del petróleo y el gas expresa una mejora de las expectativas.

La industria del petróleo y el gas ha aumentado sus expectativas de inversión en este sector para el año que viene, luego que un año récord evidenciara lo que son beneficios aceptables para el sector. Las empresas petroleras y gasistas están ralentizando su cambio hacia áreas fuera del negocio principal de los hidrocarburos y frenando su apuesta por la descarbonización respecto a 2022.

El sector de las energías renovables se expande a gran velocidad, a pesar de los retos que plantean la capacidad de la red eléctrica, la volatilidad de los precios de la energía, la inflación, los fallos de la cadena de suministro, la burocracia normativa y los retrasos en los proyectos de infraestructuras de apoyo.

Se ha producido un fuerte descenso en la proporción de encuestados del sector eléctrico que se muestran optimistas sobre el crecimiento del sector para el año próximo. La mitad de los encuestados se muestran más centrados en estrategias a corto plazo que a largo plazo, frente al 34% de hace un año.

Sin embargo, el sector energético tiene grandes expectativas de aumentar la inversión en fuentes, vectores y facilitadores de energías limpias. La mitad de los profesionales de la energía que participaron en la investigación esperan que sus organizaciones inviertan en hidrógeno/amoniaco bajo en carbono (52%) el año que viene. La proporción es similar en el caso de la energía eólica (49%) y la solar (46%). Más de un tercio (37%) espera que sus organizaciones aumenten la inversión en captura y almacenamiento de carbono (CAC), mientras que el 57% afirma que la CAC aumentará rápidamente en los próximos cinco años.