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9 errores que enmendar en el trabajo de aquí a verano

An employee of VP Capital, one of the companies which launched a platform allowing traders to buy shares, gold, foreign exchange and other traditional assets with cryptocurrencies, works at an office in Minsk, Belarus January 15, 2019. REUTERS/Vasily Fedosenko - RC129F63BA80

Image: REUTERS/Vasily Fedosenko

Silvia C. Carpallo
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Con un poco de suerte hemos podido disfrutar de unos días de descanso las pasadas navidades, aunque entre viajes y compromisos familiares, no hayan sido de mucho descanso. Pese a ello, salir de la oficina siempre ayuda para volver con aires renovados, y con nuevos propósitos para el nuevo año, también en el trabajo. Sin embargo, si queremos seguir con la misma energía por lo menos hasta las vacaciones de verano, lo que realmente tenemos que evitar es volver a caer en los errores de siempre, no solo durante algunos días, sino durante los próximos meses. Así, en vez de marcarnos grandes propósitos, la clave está en proponerse metas realistas, que puedan hacer que realmente mejore nuestro día a día.

Según los expertos estos son los errores que deberíamos evitar para llegar menos quemados al próximo verano:

Postergar hasta dejar las cosas para el último día

Lo primero que debemos cambiar en nuestra rutina es dejarlo todo para el último momento, incluido el propósito de hacer cambios. Según Natalia Ayelén Tomé, psicóloga del Hospital Vithas Parque San Antonio (Málaga) “posponer las tareas suele generar estrés, ya que nos hace irnos a casa con preocupaciones sobre aquellas cosas que no hemos podido finalizar”. La solución pasa por tener una mejor planificación. En este sentido, la experta apunta que lo ideal es “hacer un listado de tareas a realizar, y clasificarlas por orden de importancia y urgencia”. Todo ello teniendo en cuenta que debemos distinguir entre lo que es prioritario para ese mismo día y lo que podemos repartir a lo largo de la semana.

Decir a todo que ‘sí’

Aprender a decir ‘no’ es importante para no saturarnos de trabajo que no podremos entregar, pero también es fundamental distinguir en qué ocasiones podemos dar una negativa y en cuáles podrían ser peores las consecuencias. El psicólogo Manuel Antolín insiste en que “decir no, no es no hacer algo, es dar nuestra opinión sobre algo que nos piden”. Esto supone que “es fundamental que no tengamos miedo a decir que no, y expliquemos los motivos, que no es lo mismo que poner excusas”. Pero también lo es que “tratemos de buscar una solución alternativa para que la persona a la que decimos que no, entienda que nos preocupa su petición”.

No llevar al día la agenda

Planificarse está bien si realmente gestionamos el tiempo en nuestra agenda y no hay nada que se nos olvide apuntar, que suponga un problema de última hora. Ayelén Tomé afirma que “las nuevas tecnologías pueden ayudarnos a gestionar mucho mejor nuestro día a día. Es posible que la agenda se pierda u olvide en casa, o que se traspapele alguna nota. Lo que nunca se nos suele olvidar es nuestro móvil”. Así insiste en que hay muchas apps con función de agenda y bloc de notas, y al ser un dispositivo que siempre tenemos cerca, podemos recurrir a anotar ahí todo lo relevante, sea tanto “laboral, personal o social”.

No ser realista con los tiempos de entrega

En ocasiones el problema es que asumimos trabajos pensando que llegaremos a tiempo, porque no somos realistas con el tiempo que tardaremos en realizarlos. “Algo que nos ayuda a ser más sensatos con las fechas de entrega es ponernos plazos holgadas de tiempo límite para terminar nuestra tarea, trabajo o proyecto, de esta forma, si no cumplimos, hay margen de maniobra”, insiste Manuel Antolín.

Llevarse trabajo a casa

No organizarnos en nuestro entorno laboral puede suponer llevarse el trabajo a casa y por ende, volver más estresados a la oficina al día siguiente. Como apunta la psicóloga Ayelén Tomé, “es fundamental aprender a poner límites y no llevar trabajo a casa”. En cuanto al estrés, insiste en que para poder gestionarlo de forma adecuada resulta fundamental desconectar y tener tiempo libre para hacer otras actividades como deporte, ocio con los amigos, tiempo en familia o hobbies personales. “De esa manera, seremos más productivos en el trabajo”.

Elegir mal a nuestro equipo

Trabajar mejor también supone trabajar con los mejores. O al menos saber elegir a aquellos con los que nosotros formamos un mejor equipo. “Tener un buen equipo de trabajo o unas compañeras con las que trabajamos a gusto es importante. Pero los equipos de trabajo que funcionan, se construyen”, argumenta Manuel Antolín. De esta forma hay que tener en cuenta que es importante “estar enfocado en los objetivos, ser comprensivo y empático con las circunstancias de las personas que forman tu equipo, dar ejemplo con los valores que quieres trasmitir, ser flexible, tener confianza, valorar los logros, promover la búsqueda de soluciones cuando las cosas van mal y establecer cauces de comunicación continua y respetuosa”.

Descuidar la comunicación con los compañeros

Reducir el estrés pasa no solo por gestionar el trabajo propio, sino por mejorar la forma de trabajar con los demás. Y para eso lo primero es comunicarnos mejor, para evitar malentendidos o tensiones innecesarias. “Debemos procurar ser asertivos ‒insiste Ayelén Tomé‒, es decir, defender nuestros derechos a la vez que somos respetuosos con los derechos de los demás”. Eso implica poner límites al comportamiento de compañeros, y, en definitiva, “poder decir todo aquello que no nos parezca adecuado, siempre y cuando se haga desde el respeto”. Asimismo, la experta recuerda una última idea, y es que “si te respetas a ti mismo, los demás también te respetarán”.

Ser negativo

Mejorar el entorno laboral no solo pasa por lo que hacemos, sino por cómo lo hacemos. Es decir que cambiar nuestra actitud también es importante, de forma que ayudará a afrontar las situaciones de una forma más positiva. “Hay muchas personas que ven su nivel o su calidad de trabajo afectados por sus problemas o preocupaciones personales de forma negativa. Aunque en ocasiones sea difícil, no debes dejar que las cosas externas te provoquen un carácter negativo e irascible que descargues en el trabajo”, advierte la psicóloga.

No pedir ayuda

Por último, por mucho que hayamos puesto de nuestra parte, hay que aceptar que no siempre podremos resolver todas las situaciones y que será necesario pedir ayuda o delegar antes de que sea tarde. “No como forma de no cumplir con tus obligaciones, sino como un modo adecuado de trabajar en equipo y de centrarte en tu tarea más importante”, concluye Manuel Antolín.

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