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"Un cachete a tiempo" no soluciona nada: prohibir pegar a los niños reduce la criminalidad adolescente

En colaboración con Xataka.
A child poses with a soldier during a public fair which displays military equipments, in Taipei, Taiwan September 29, 2018.

Image: REUTERS/Tyrone Siu

Esther Miguel Trula
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Podemos poner fin a la eterna discusión: a día de hoy tenemos bastantes pruebas de que, en caso de que dudes de la conveniencia de darle o no una reprimenda física a tus hijos, es mejor que optes por otros métodos.

Un macroestudio elaborado con datos sacados de distintos proyectos de la OMS ha analizado los resultados de 400.000 niños en 88 países a lo largo de varias décadas, entre las que algunos países, como Suecia, Alemania o Argentina, fueron impusiendo de forma legal prohibiciones a cualquier tipo de maltrato físico sobre los niños, incluida la famosa cachetada. Esto ha permitido hacer una evaluación sistemática de si existe una asociación o no entre la prohibición del castigo corporal y la prevalencia de la delincuencia juvenil.

Los investigadores usaron como medida de delincuencia el número de adolescentes que se había metido en alguna pelea física con familiares o amigos en los 12 meses anteriores a la encuesta.

Y sí. En los 30 países con leyes en las que existe un veto total al castigo físico la violencia entre los adolescentes varones era un 69% menor que comparado con la media de los países en los que todavía no se había pasado ningún tipo de prohibición. La violencia entre adolescentes mujeres también cae un 42%. En los países intermedios, con alguna prohibición pero no una total, las chicas mostraban ratios de violencia un 56% menor, pero los niveles de violencia de los chicos se mantenía en porcentajes similares.

Como explica Elizabeth Gershoff, la doctora en Ciencias Familiares de la Universidad de Texas al frente del estudio, hay que ser cautos a la hora de interpretar los resultados. No se puede explicar por qué los jóvenes de unos países (de todo el mundo, de muy dispares contextos culturales) son menos agresivos que los de otros. Es decir, que no sabemos si son menos agresivos por la prohibición o porque la ciudadanía estaba más predispuesta a ver el castigo físico como algo pernicioso, como parece indicar la predisposición política del país a introducir el veto en un primer momento.

Lo que sí podemos extraer son las inherentes consecuencias negativas para el conjunto de la sociedad de pegar a los niños. "Los hallazgos son consistentemente negativos. Aunque tradicionalmente se supone que dar un tortazo es dar una lección para corregir un mal comportamiento, todos los niños que reciben estos golpes no son ni más obedientes ni se comportan mejor. Los cachetes están vinculados a mayores niveles de agresividad, mayor comportamiento delictivo, más problemas de salud mental, peores relaciones con los padres y pone a los hijos de estos sujetos en mayor riesgo de abuso físico cuando se convierten en padres".

O dicho de otra forma, que la violencia engendra violencia, y que diciéndole a un niño que esta es una forma válida de comportamiento la ejercerá más fácilmente con amigos y compañeros.

Pese a que los investigadores buscaron aspectos positivos entre los niños de países sin veto al castigo físico, no encontraron ninguno, ni a nivel de desarrollo, ni de obediencia a la autoridad, ni nada.

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