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Cómo África se ha convertido, para Rusia y China, en el nuevo territorio de disputa para su influencia comercial y política

Chinese President Xi Jinping and Rwanda's President Paul Kagame address a news conference during his visit to Kigali, Rwanda July 23, 2018.

Image: REUTERS/Jean Bizimana

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Desequilibrios económicos globales

"África debe reconocer que China -al igual que Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Brasil y los demás- está en África no por el interés de África sino por el suyo propio".

Esas son palabras de Sanusi Lambido Sanusi, otrora director del Banco Central de Nigeria, en un artículo de opinión que publicó en el Financial Times, en 2013.

Sanusi reflejaba así una realidad que empezó con el colonialismo europeo, siguió con la puja de influencia entre EE.UU. y la URSS durante la Guerra Fría y que ahora se puede aplicar a las nuevas fuerzas que buscan campo fértil para sus intereses económicos y políticos.

A medida que Occidente ha empezado a reducir su presencia en África, ese vacío ha quedado a disposición de las estrategias que Pekín y Moscú puedan tener en el continente.

Pero ¿van China y Rusia camino a un enfrentamiento por establecer su hegemonía en África?

China es, relativamente hablando, un recién llegado a África, pero ha desarrollado un agresivo proyecto de alta inversión y comercio que lo ha visto establecerse firmemente en varios países -particularmente subsaharianos- con grandes proyectos de infraestructura y cooperación económica.

Rusia, por su parte, ya no goza de los mismos fuertes vínculos que tenía en épocas de la Unión Soviética con sus aliados africanos "antiimperialistas" durante la Guerra Fría; sin embargo, su últimas iniciativas apuntan a la reactivación de esa histórica relación e incluso la incursión en nuevos territorios.

Esas metas rusas quedaron en evidencia con la gira el pasado marzo del ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, por Namibia, Zimbabue, Angola, Mozambique y Etiopía, países del antiguo eje de influencia de la URSS.

Además, el reciente asesinato en circunstancias misteriosas de tres periodistas rusos que investigaban la presencia militar de Rusia en la República Centroafricana reavivó especulaciones sobre los nuevos intereses del Kremlin y sus posibles operaciones clandestinas en ese país.

Escalas diferentes

Por el momento no hay una carrera abierta por imponer una huella en el continente africano. Frecuentemente China y Rusia han competido en los mismo mercados, pero han sabido manejar la rivalidad en aras de una buena relación entre ellos.

"Eso no quiere decir que no pueda darse un enfrentamiento en el futuro", dice Mijail Smotryaev, productor del Servicio Ruso de la BBC que ha investigado el tema.

Las iniciativas chinas en África son relativamente recientes, explica. Hubo una pequeña presencia hace años, pero nada que se comparara a lo que tenía la entonces Unión Soviética en los años 70 y 80.

El comercio entre China y África Subsahariana hasta ahora ha sido de US$220.000 millones y el país asiático tiene proyectado que para 2020 sea de US$350.000 millones.

Esa cifra sería 100 veces más de lo que Rusia comercia en la actualidad, que está en sólo US$3.600 millones, según las cifras que ofrece el Ministerio de Relaciones Exteriores ruso,

Para dar un mayor contexto al rezago, el comercio de Estados Unidos con África es de US$37.000 millones, 10 veces más de lo que declaran los rusos.

Mijail Smotryaev señala que debido a diferentes acuerdos y condiciones, no es fácil calcular las cifras comerciales exactas, pero está claro que China invierte en África muchísimo más que Rusia.

La economía rusa lleva mucho tiempo en declive y su alcance no se compara con el brazo fuerte de la Unión Soviética. Pero así como su economía se ha visto aún más reducida por las sanciones impuestas por Occidente, esa situación le ha dado incentivos para ser más agresivo en África.

Aunque su base son los vínculos económicos que existen desde las épocas soviéticas, ese comercio iba en una sola dirección: de Rusia hacia sus aliados a cambio de muy poco, excepto exigir apoyo a las políticas de Moscú dentro de Naciones Unidas.

A lo largo de los años, esos países africanos acumularon una deuda de US$20.000 millones que Rusia condonó a finales de 2012.

Fue más estrategia que generosidad, señaló en ese entonces al Servicio Ruso de la BBC Vladimir Shubin, subdirector del Instituto para África en Moscú. "En principio es una buena cosa", aseguró. "Crea condiciones más favorables para nuestras relaciones con África".

Y esas relaciones se manifiestan principalmente en el comercio de un artículo en particular.

El negocio de armas

Rusia es un importante exportador de armas en el mundo, aunque su actual mercado africano no se acerca a lo que la URSS le vendía a sus entonces aliados en la región.

En 2015, África constituyó el 12% de su mercado total, que no es muy significativo comparado a su cliente más grande; el Pacto de Asia-Pacífico, que incluye China.

Pero, desde el punto de vista total africano, 35% de sus armas vienen de Rusia y el comercio está bien posicionado para crecer.

Las armas rusas son competitivas porque son más baratas, han demostrado ser suficientemente confiables en los numerosos conflictos bélicos y su nuevo armamento es compatible con las reservas acumuladas por sus clientes durante la Guerra Fría.

En los últimos 5 años, Rusia ha establecido un servicio de mantenimiento de equipos militares y otros programas de modernización de armamento.

En el mercado de armamento es donde China y Rusia podrían enfrentarse o por lo menos competir, comenta Mijail Smotryaev, del Servicio Ruso de la BBC.

Según el Royal Institute of Strategic Studies, las exportaciones de armas de China a África aumentaron considerablemente entre 2010-15.

De acuerdo a los expertos, las armas chinas ya completan dos tercios del arsenal de los países africanos.

Además, hay acuerdos militares. Pekín ha construido una gran base militar en Yibuti que "no será la última", indica el periodista del Servicio Ruso de la BBC.

Image: CoFace
Explotación de recursos

Otro sector de potencial competencia está en los recursos naturales.

Aunque Rusia es, de por sí, un país de grandes recursos naturales y depende mucho de sus exportaciones, Moscú tiene intereses en la explotación de diamantes, petróleo y metales raros.

Rusia ha financiado minas, plantas de procesamiento y también tiene fábricas de vehículos y camiones de uso en la minería, señala Smotryaev.

Ahora está buscando establecer un acuerdo de aviación civil con Zimbabue, Angola, Congo y Senegal, a cambio de productos agrícolas.

China, como el más grande consumidor de hidrocarburos y otros recursos naturales, es mucho más dependiente de lograr un constante flujo a través de pactos de explotación.

Con ese objetivo ha invertido grandes sumas y esfuerzos en infraestructuracomo ferrocarriles, represas, oleoductos, carreteras y ha establecido compañías que operan en asociación con varios países.

En 2006, un acuerdo que le otorgó licencias de prospección en Nigeria a cambio de una multimillonaria inversión en proyectos petroleros e infraestructura marcó un hito para China al asegurar abastecimiento energético y acuerdos comerciales en la región.

Mientras Nigeria provee el petróleo y el gas que Pekín necesita, al mismo tiempo abre un mercado para los productos chinos.

Múltiples firmas chinas operan fábricas en Nigeria y están previstas muchas más en la zona de libre comercio ubicada en el sureste del país.

China también ha llevado su propia fuerza laboral para realizar los trabajos de infraestructura en varios países. A Nigeria, por ejemplo, envió 11.000 trabajadores expatriados para la construcción de la red ferroviaria, pero hay muchos miles más trabajando en otros proyectos en el continente,

La Iniciativa de Investigación China-África de la Universidad John Hopkins, en EE.UU., calculó que había más de 200.000 trabajadores chinos en África en2016, distribuidos mayoritariamente en Argelia, Angola, Etiopía, Nigeria y Kenia.

Algunas ONG han acusado a Pekín de estar exportando trabajo forzado a África.

A pesar de la polémica, entre 2005 y 2015 los chinos invirtieron US$66.000 millones en el África Subsahariana, creando 130.000 empleos locales, según la firma internacional de contabilidad, Ernst & Young,

Desde hace unos cinco años, China ha transferido su producción de artículos de mano de obra barata a África, a medida que su propia mano de obra se ha encarecido.

También se ha convertido en un gran proveedor de crédito, pero este no sólo tiene un propósito financiero.

Investigadores del centro internacional AidData han encontrado una relación directa entre el tamaño de la asistencia financiera que ofrece China a diferentes países africanos y la manera como votan en la ONU con respecto a resoluciones que puedan afectar a Pekín, como el no reconocimiento de Taiwán.

Apoyo estatal vs. burocracia

China se ha establecido en África prácticamente del suelo hacia arriba.

Técnicamente, sus intereses son iniciativas privadas; no obstante, no se puede llegar a tener tanta presencia sin que esas iniciativas hayan pasado previamente por la estructura del partido comunista, afirma Mijail Smotryaev.

"Es un plan que está coordinado por el gobierno y el Estado chino está detrás", explica.

"Pero China no tiene prisa, hace las cosas por etapas, casi invisiblemente. Nada de aprovechar el momento y salir corriendo", añade.

Las metas de Rusia son más modestas e inmediatas: expandir sobre el comercio que ya existe y crear algunos nuevos mercados.

África se está convirtiendo otra vez en un mercado para el grano ruso, y las verduras y vegetales africanos encuentran demanda en Rusia, especialmente después de las sanciones de Occidente.

Sin embargo, contrario a China, Rusia está plagada de dificultades burocráticas que entorpecen el acceso de productos africanos a sus mercados.

Aunque está afincando su estrategia en los antecedentes históricos -pues es más fácil sostener lo que ya está allí- tampoco ha hecho mucho esfuerzo por sacar ventaja de sus conexiones con la élites africanas, muchas de las cuales fueron educadas en la antigua Unión Soviética, según Smotryaev,

Tiene que tornar una relación que antes era política a una que sea comercial.

Por ahora, el comercio y la inversión de Rusia no son lo suficientemente robustos para que choquen inmediatamente con China.

Por otra parte, Pekín no ha alcanzado todavía el desarrollo de infraestructura al que aspira en ningún país africano, y eso no ocurrirá tan rápido.

"En muchos asuntos de su agenda internacional, las posiciones de Rusia y China son cercanas, paralelas o coinciden", comentó a la BBC Andrei Karneev, director del Instituto de Estudios de Asia y África de la Universidad Estatal Lomonosov en Moscú.

Así que ambos, en términos generales, "están listos para la posibilidad de que sus intereses comerciales choquen y no permitirán que eso afecte las relaciones a largo plazo entre las potencias".

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