Elecciones en Reino Unido: los partidos ordenan sus estrategias

Supporters wait for the arrival of Britain's opposition Labour Party leader, Jeremy Corbyn, at a campaign rally in Liverpool, Britain May 20, 2017.   REUTERS/Hannah McKay - RTX36QEY

Image: REUTERS/Hannah McKay

Astrid Portero Hernández
Comparte:
A hand holding a looking glass by a lake
Innovación mediante crowdsourcing
Involúcrate con nuestra plataforma digital de crowdsourcing para lograr un impacto a escala

Con la campaña electoral suspendida de momento a causa del atentado terrorista en Manchester, los partidos ordenan sus estrategias. He aquí un repaso a las bazas que están jugando cada una de las formaciones políticas de cara a los comicios del 8 de junio.

Fue el 18 de abril cuando Theresa May salió de su residencia, en el número 10 de Downing Street, para anunciar que adelantaba las elecciones. A pesar de que la Primera Ministra aseguró que no habría comicios hasta 2020, lo cierto es que ha encontrado una ventana de oportunidad perfecta para cambiar las reglas del juego a su favor. No obstante, muchos han visto en este movimiento a una persona oportunista, que ha decidido sacrificar el interés nacional por su propio partido y la obtención de una mayoría.

May no parece moverse en aguas movedizas en lo que a decisiones se refiere. No ha asumido este riesgo electoral a la ligera. Si ha querido adelantar los comicios a junio y formar un nuevo parlamento a principios de verano es porque las encuestas la favorecían, y mucho. La oportunidad de enterrar políticamente a los laboristas durante algunos años, además de encabezar un gobierno más homogéneo sin la sombra de que surja un nuevo líder entre las filas de la izquierda más fuerte que Corbyn antes de 2020 es de oro. Los números son desastrosos para los laboristas, quienes afirman, a pesar de todo, que llevan preparándose para este escenario desde que Theresa May asumió el cargo.

La lectura de estas elecciones es profunda, pero se recoge en una sola palabra: Brexit. El escenario político británico se ha vuelto del revés; de aquella votación salieron dos perdedores: UKIP y los laboristas. El motivo de que UKIP haya perdido fuerza resulta obvio: al ser un partido cuyo objetivo específico era convertir en enemigo a la Unión Europea y encaminar el enfado social hacia un “sí” en el referéndum, todo indica que se han quedado sin tareas por hacer. El adelanto de elecciones les golpea en un momento en el que el partido necesita volver a definirse a sí mismo, y llegan tarde para todo. Su pérdida de poder en las últimas elecciones locales es la muestra de que no existe una agenda distinta después de haber logrado su objetivo inicial, y la intención de voto actual se sitúa en un 3%.

Quienes parecen haber recogido el testigo europeo son los demócrata-liberales. Si bien es cierto que cuentan con un programa electoral amplio, muchas de sus medidas son generales (“cuidar el medio ambiente”, “promover la educación de los niños en los sectores más empobrecidos de la sociedad”, etcétera). Critican a los Tories la desastrosa gestión de la sanidad bajo su mandato, y apuestan por incrementar los impuestos para poder salvarla (un penique más por cada libra que ganen los británicos). También quieren promover la construcción de más casas (300.000 para 2022) y ampliar los poderes, sobre todo legislativos, de Gales y Escocia. Sin embargo, su medida estrella es el segundo referéndum sobre la permanencia en la Unión Europea que aseguran van a convocar si salen ganadores. El partido quiere aglutinar el voto europeísta y dar voz a ese 48% de los ciudadanos que optó por el “no” en la primera consulta, así como a aquellos que se arrepienten de haber votado a favor. Por ello, el segundo referéndum es el punto más sonado de su campaña y en lo que están centrándose de cara al 8 de junio. Han sabido aprovechar el vacío del resto de los partidos, que dan por sentado el divorcio con la UE y simplemente siguen adelante con el proceso. No obstante, no parece que la estrategia les esté beneficiando: si bien comenzaron la carrera electoral con una intención de voto del 12% y al alza, ahora se sitúan en un 9%.

¿Y los laboristas? Tratando de encontrarse a sí mismos. El referéndum sobre el Brexit no fue más que otra piedra en el camino del declive del partido, que ya venía arrastrando problemas internos desde hacía tiempo: los resultados en las últimas elecciones locales, con la pérdida por parte de los laboristas de territorios históricamente suyos, son un síntoma de ello. Sumado a los problemas que acarrea Jeremy Corbyn en lo que a liderar y mantener bajo control a su partido se refiere, la formación parecía una bomba de relojería a punto de estallar. Aunque la idea principal del referéndum era la de “let’s take back control”, ese control no tenía que pertenecer necesariamente a una ideología de derechas. Si bien partidos como UKIP se adueñaron del concepto y lo relacionaron con el miedo a “lo de fuera”, la campaña que orquestaron los laboristas a favor de la permanencia en la Unión fue más bien floja, con eslóganes de poca contundencia que daban la sensación de no ser creíbles ni para ellos mismos.

El problema al que se enfrenta la izquierda británica es profundo y difícil de solucionar: se ha quedado sin espacio político para representar. La clase trabajadora, base histórica de votantes de los laboristas, ha trasladado su voto hacia otros partidos que creen les representan mejor. Sin su base más fiel de votantes, todo indica que Corbyn se centrará en tres grupos de cara al 8 de junio: los estudiantes, colectivo en el que los laboristas son más populares que los conservadores (51%-31%); los jóvenes en edades comprendidas entre los 18 y los 24 años (56%-25%) y las minorías étnicas (61%-28%). El problema de esta estrategia política es que se, si bien son grupos favorables a los laboristas, también cuenta entre sus filas con un mayor abstencionismo. Solo entre el 41% y el 45% de aquellos que prefieren a Corbyn en estos grupos afirman que van a ir a votar. Con estos números en mente, es más que probable que estos colectivos sean incapaces de reemplazar por sí mismos la pérdida de votantes de clase trabajadora que sufre el partido. Así, al líder de los laboristas le queda mucho trabajo por delante y tiene muy poco tiempo para lograrlo: no solamente tiene que convencer de que tiene una visión sobre el Brexit, si no que tiene que demostrar que tiene una agenda política más amplia donde tienen cabida los asuntos internos del país.

Para ello, el partido ha presentado un programa electoral con una serie de medidas que pretende combatir los buenos presagios de los conservadores. Entre sus puntos podemos destacar: el aumento del salario mínimo a 10 libras por hora, extender los almuerzos gratuitos en las escuelas de educación primaria, eliminar la congelación de sueldos en el sector sanitario, una inversión de 500 billones de libras para la recuperación del país después del Brexit y la eliminación del pago en los aparcamientos de los hospitales. Quieren combatir asuntos como la privatización de la línea férrea del país, los recortes en educación y derechos laborales, la crisis de la vivienda o la falta de financiación del sistema sanitario, desastres ocurridos todos bajo el gobierno de los Tories. El líder de los laboristas sabe que no puede cometer otra vez el mismo error, porque esta vez la izquierda británica y la calidad democrática del país están en juego. Así, han decidido respetar el referéndum y seguir adelante con el Brexit, incluyendo en su programa que garantizarán los derechos de los europeos que vivan en Reino Unido y un voto vinculante en el pacto que se logre con Europa, volviendo a la mesa de negociaciones en caso de no ser aprobado.

¿Por qué no cuestionan la situación sobre el Brexit? Porque si los laboristas centran su campaña en este asunto, todo indica que llevan las de perder: un 49% apoya la decisión de May de convocar elecciones anticipadas para lograr un mayor liderazgo en la salida de la UE. Además, un 51% de los británicos está convencido de que políticos europeos están tratando de influir en el resultado de las elecciones. Este último dato hace que cierren filas con la Primera Ministra y que estén convencidos de que en Europa quieren a alguien más débil que ella para negociar desde una postura dominante.

Corbyn parece estar jugando bien sus cartas al centrarse en los asuntos internos y convirtiendo las elecciones en un proceso nacional: el 20 de abril los laboristas contaban con un bajísimo 25% en intención de voto; los últimos sondeos elevan las cifras hasta un 35%, dificultando a la actual Primera Ministra lo que parecía ser un camino fácil. El programa electoral que ha presentado May, además, ha levantado mucha polémica: el último problema al que se ha tenido que enfrentar ha sido al defender una de sus medidas, el bautizado por los laboristas como “impuesto a la demencia”. Esta proposición cambiaría la manera en la que las personas de más edad reciben la atención sanitaria. Hasta ahora se trata de un sistema público pagado por todos los contribuyentes pero, en caso de que se aprobara la nueva medida, las personas mayores tendrían que costearse su propia atención sanitaria con su patrimonio, incluyendo su vivienda. Esto no ha sentado nada bien a los ciudadanos, especialmente en las clases medias y las personas mayores que necesitan atención sanitaria a domicilio a largo plazo. Después de tener que enfrentarse a los medios, parece que May ha decidido descartar por el momento dicha medida, especialmente al ver que se desplomaba en las encuestas.

Con la campaña electoral suspendida de momento debido al ataque terrorista en Manchester, los partidos ordenan sus estrategias. Es posible que May se centre ahora en medidas como el endurecimiento del control de quienes entran en el país o la justificación que deben dar las empresas para contratar a no nacionales. Sin embargo, si Jeremy Corbyn continúa con este despertar y el modo combativo hasta del 8 de junio, puede que la actual Primera Ministra se lleve una sorpresa cuando se forme el nuevo parlamento. De lo contrario, con el resto de partidos tratando de controlar su propia sangría, el día después de los comicios es probable que los titulares sean: “Theresa May contra nadie”.

No te pierdas ninguna actualización sobre este tema

Crea una cuenta gratuita y accede a tu colección personalizada de contenidos con nuestras últimas publicaciones y análisis.

Inscríbete de forma gratuita

Licencia y republicación

Los artículos del Foro Económico Mundial pueden volver a publicarse de acuerdo con la Licencia Pública Internacional Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0, y de acuerdo con nuestras condiciones de uso.

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no del Foro Económico Mundial.

Comparte:
World Economic Forum logo
Agenda Global

La Agenda Semanal

Una actualización semanal de los temas más importantes de la agenda global

Suscríbete hoy

Puedes anular tu suscripción en cualquier momento utilizando el enlace que figura en nuestros correos electrónicos. Para obtener más información, consulta nuestro Política de privacidad.

Sobre nosostros

Eventos

Medios

Socios y Miembros

  • Únete

Ediciones en otros idiomas

Política de privacidad y normas de uso

© 2024 Foro Económico Mundial