Emprendedores: amigos, socios y aliados

Escribo esto desde una cafetería en San Miguel de Allende. En otro de tantos eventos de emprendimiento al que acompaño a una amiga con la que trabajo diferentes proyectos de contenido digital y diseño de identidad de marca. Tenemos un stand para hablar de nuestro trabajo y un espacio para conocer personas, medir el interés en nuestros productos y simplemente convivir con emprendedores ajenos al universo startupero de ciudad que a veces no refleja la realidad del emprendedor fuera de la capital.

Las historias y ambiciones son un poco más diversas, las motivaciones siempre son las mismas. Una emprendedora de la vieja escuela me contaba que lo que ella quería era mantener a los inversionistas alejados, hacerle entender a sus hijos que no pretende que su negocio sea escalable, que ya lo intentó varias veces y no funcionó. Ya no quiere intentarlo otra vez (¿dónde hemos visto eso antes?).

Otro expositor, una de las socias de Ara Macao, comentaba que su empresa había empezado con seis socios, todos tenían el mismo sueño de hacer algo propio que tuviera como eje rector el concepto de posicionar la diversidad de México a través del diseño y la producción de eventos memorables. Hoy quedan solamente tres socias y ellas son las que se tomaron el tiempo de viajar a San Miguel de Allende para compartir su historia con los jóvenes que asistieron a las charlas y talleres.

La incertidumbre del emprendimiento es la misma a cualquier edad y en cualquier lugar. José Antonio Tena, uno de los socios fundadores de Piktia, comentaba que en su conferencia uno de los chicos le preguntó cómo encontró y escogió a los socios con los que estaba trabajando. “Quería pasar a otra pregunta, esa es una pregunta complicada” - dijo- “¡Claro! Es como buscar una pareja”- añadí- y todos estuvimos de acuerdo. Es cuestión de suerte, cosa de aprender a conocer a las personas y determinar si es posible ajustarse a alguna forma de trabajo con ellas.

Mariana y Marisa, co-fundadoras de Piktia (y mis vecinas de stand), son queretanas y encontraron en José Antonio y Ricardo a dos socios que complementaban sus ideas y su manera de trabajar. Piktia opera desde Querétaro, aunque en realidad la mitad de su equipo lo hace desde la Ciudad de México, porque cuando alguien quiere escalar su emprendimiento es imposible no depender de una relación de networking con la ciudad capital.

Platicando en el lugar, por unos minutos nos planteamos si esto de emprender no había sido más bien una crisis de la edad, pero platicar con el equipo de Piktia me ha hecho recordar las motivaciones y el origen de todos mis proyectos y sociedades de negocio. Reafirmar una vez más -como uno hace en casi todos estos eventos- que no estás loco y que puedes al menos intentar ser dueño de un negocio propio antes de rendirte ante las miles de excusas y limitantes que proponen el contexto político, económico, anímico o social en el que te encuentres.

Terminó el día y nos quejábamos del “maldito puente”, de cómo nos había truncado el ritmo de trabajo y luego, brindamos y reímos ante la realidad del emprendimiento: ninguno de nosotros había tenido puente, habíamos ocupado el fin de semana largo para planear el viaje a un evento de emprendedores en San Miguel de Allende, para adelantar pendientes y poder pasar la mañana en el stand, compartiendo con otros emprendedores. Ese break, que acompañamos de un café, marcaba el inicio de una segunda jornada de trabajo. Ya fuera del centro de exposiciones lo sentimos como fin de semana.

¿Alguien más sintió que el fin de semana largo le arruinó el ritmo de trabajo? Que alguien me confirme que no soy la única loca que se sintió extremadamente productiva trabajando en “día de puente”.