Global Cooperation

El mundo amenaza con replegarse sobre sí mismo. ¿Cómo podemos evitarlo?

Camp for Climate Change demonstrators set up their protest site at Blackheath in south London August 26, 2009. Environmentalists demanding an overhaul of the world economy to help save the planet met in London on Wednesday for a week-long camp, one of the biggest tests of the capital's police since the G20 demonstrations. REUTERS/Luke MacGregor  (BRITAIN CONFLICT SOCIETY) - RTR274JG

Image: REUTERS/Luke MacGregor

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Gobernanza mundial

Corre el año 2026 y la positividad escasea. Los países se han vuelto sobre sí mismos. Las políticas proteccionistas y aislacionistas han limitado el crecimiento global, el progreso sostenible y la prosperidad, mientras que la disparidad de riqueza ha aumentado año tras año. Los focos de fragilidad han empeorado y se han convertido en hervideros de malestar. El avance hacia soluciones a algunos de los mayores problemas del mundo, como la seguridad alimenticia, la salud y las energías limpias se ha estancado debido a la reducción en las inversiones y una falta de intercambio de ideas y tecnología. Varios brotes de enfermedades virulentas han desatado pandemias que los muros que hemos construido a nuestro alrededor son incapaces de contener.

En el terreno político, los organismos y las instituciones políticas se desintegran. Vivimos bajo el miedo de un ataque extranjero, en un clima de sospecha y crueldad. La seguridad laboral es cada vez más tediosa y las condiciones de empleo muchas veces son explotadoras. La gobernabilidad ha empeorado en muchos lugares y se observa una pérdida de fe en la democracia. Las guerras comerciales han escalado y, aunque el PIB mundial crece lentamente, la mayoría de la población está peor que en 2016 de acuerdo con otros indicadores de bienestar más significativos. No hemos alcanzado las metas climáticas y la temperatura global sigue aumentando.

Visto en retrospectiva, el 2016 marca un punto de inflexión. Por supuesto, las raíces del cambio se remontan a mucho antes, pero el 2016 fue el momento en el que la desafección se cristalizó en algo tangible y cambió el destino de la política mundial. Fue el año en el que se manifestó la abrumadora desafección de millones de personas de la sociedad occidental que se sentían despojadas de los beneficios de la globalización e ignoradas por élites que no las entendían o, peor aún, las ignoraban.

Imagen: Reuters

Sin embargo, todavía estamos a tiempo de evitar un futuro desalentador. El 2016 todavía puede ser el año en el que optemos por un camino de compasión e inclusión en lugar de uno de miedo y división.

Como parte de mi trabajo en Mercy Corps, tengo la suerte de reunirme con personas de todo el mundo y de diferentes culturas, antecedentes y perspectivas, muchas de los cuales viven en la pobreza extrema o en zonas de conflicto. En cada uno de los lugares donde trabajamos, en más de 40 países, veo líderes y visionarios que buscan unir en lugar de dividir, personas que demuestran que no necesitamos seguir la retórica de la hostilidad y la división y demuestran que es posible crear un nuevo diálogo basado en los principios de honestidad, humildad y compasión. Algunos ejemplos son los gazatíes que forjan relaciones comerciales internacionales desde un rincón aislado del mundo y los jóvenes kenianos que construyen puentes entre comunidades. Ellos nos muestran un futuro en el que las voces de las personas de las economías emergentes se hagan oír y se establezcan nuevas conexiones, no solo entre los socios tradicionales sino a lo largo de una compleja red global de relaciones en un mundo multipolar.

Debemos poner estos principios en práctica en nuestras propias sociedades. Los eventos sísmicos de este año en Europa y Estados Unidos nos demuestran que debemos mejorar nuestra capacidad de escuchar la diversidad de pensamientos y opiniones de las personas de nuestras propias comunidades, así como fortalecer a quienes realmente se preocupan por hacer del mundo un lugar mejor para ellos mismos y para sus hijos, reduciendo la desigualdad de oportunidades, el gobierno poco efectivo y la creciente disparidad entre las élites y el resto de la población. El objetivo de mi organización —garantizar que nadie quede excluido de la prosperidad y las oportunidades a nivel mundial— sigue tan vigente como siempre, pero muchas veces no hemos logrado reconocer la necesidad de abordar este problema también en Europa y EE. UU.

Es nuestra responsabilidad hacerlo mejor y encontrar formas de dialogar de manera más inclusiva y menos polarizada sobre la base de los principios de las sociedades compartidas y el respeto por los demás. Quienes pertenecemos a la sociedad civil —algunos de los cuales somos parte de la élites establecidas— tenemos un papel importante en este proceso. Nuestro papel es salvar las brechas y encontrar los puntos en común entre grupos aparentemente diferentes.

En muchos sentidos, nuestro mundo es más complejo y está más interconectado que nunca antes, y debemos tratarlo de manera acorde. Debemos acabar con las desigualdades en torno al norte y el sur, los países desarrollados y en desarrollo u Occidente y el resto. Los principales medios de comunicación deben comunicar de manera más honesta y precisa la complejidad y fluidez de esta nueva realidad política, lo cual implica dejar de lado las perspectivas polarizadas del tipo "derecha o izquierda" y evitar condensar grupos o sectores demográficos en masas homogéneas y unidimensionales.

Nuestras instituciones políticas también deben hacer su parte y adquirir más agilidad y capacidad de respuesta, reflejando una mayor fluidez en la afiliación política y la diversidad de opiniones. La democracia no comienza y termina con el voto, sino que debe ser un proceso continuo de compromiso e inclusión. Sin embargo, en muchos lugares, las instituciones no logran seguir el ritmo del estilo de vida y la tecnología contemporáneos.

En última instancia, cada uno de nosotros como individuos tiene la responsabilidad de resistir la tentación de volvernos sobre nosotros mismos o descargarnos contra los demás. Quizás se requieren momentos de la historia como el que vivimos en 2016 para alentarnos a enfocarnos nuevamente en aquello que nos une. El recientemente fallecido Leonard Cohen decía en una de sus canciones que las grietas dejan entrar la luz. No nos enfoquemos en la oscuridad, sino en la luz que siempre brilla en el horizonte.

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