Daesh: de "Estado Islámico" a red de terrorismo internacional

An Islamic State flag hangs amid electric wires over a street in Ain al-Hilweh Palestinian refugee camp, near the port-city of Sidon, southern Lebanon January 19, 2016. REUTERS/Ali Hashisho - RTX231U9

Image: REUTERS/Ali Hashisho

Alice Martini
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Orlando, Estambul, Daca, Bagdad, París, Medina, Niza son, desafortunadamente, sólo algunas de las ciudades dónde el Estado Islámico ha conseguido llevar a cabo uno o más atentados en el último mes y medio. Efectivamente, el Daesh ha logrado que el Ramadán de este año y los días inmediatamente después hayan sido particularmente sangrientos y sus seguidores han obedecido al llamamiento a la violencia del portavoz del grupo terrorista, Abu Muhammad al-Adnani, que en un sermón felicitaba a los afines al grupo el mes sagrado, periodo que definía como “el mes de la conquista y de la yihad”. Asimismo, en él invitaba a cualquier individuo que se sintiese afín a la organización terrorista a que realizara ataques sobre la población civil de su país – sin necesidad de viajar a Siria – con cualquier arma disponible: “La acción más pequeña que podáis realizar en vuestro corazón es mejor y más duradera para nosotros que lo que haríais si estuvierais con nosotros” dijo.

Con este llamamiento, y los consecuentes atentados, el grupo terrorista quiere llevar a cabo una demostración de fuerza hacia el mundo entero y enseñar al mundo entero, que a través de estos actos violentos puede golpear y sembrar terror dónde y cuándo quiere. Sin embargo, aunque la primera impresión parezca indicar lo contrario, lo que estos atentados vienen realmente a testificar es cómo el Daesh está viviendo una situación de gran dificultad, lo que ha llevado diferentes analistas de terrorismo internacional a argumentar que es probable que, si todo sigue así, el grupo terrorista esté cerca del final de su existencia, por lo menos en la forma en la que se le conoce hoy en día.

Efectivamente, muchos son los elementos que parecen apuntar a una posible derrota del EI. En primer lugar, esta organización terrorista, gracias sobre todo a la fuerza del ejército iraquí y a los bombardeos llevados a cabo por la coalición internacional, no solamente no ha conseguido conquistar nuevas ciudades en el último año, sino que también ha visto reducido su territorio un 47% en Iraq y de un 20% en Siria llegando a perder en los últimos meses ciudades símbolo para la organización como Falluya y Palmira.

En este sentido, la pérdida de territorio no es un problema pequeño para la organización, considerado que éste ha sido uno de los elementos fundacionales del proyecto del Estado Islámico de crear una nueva sociedad “islámica” basada en la sharia, tanto en los territorios conquistados como en los que supuestamente la organización llegará a dominar en futuro. Es gracias a este elemento y la idea que ha conseguido dar de sí como grupo en“eterna e imparable expansión” que el Daesh ha podido diferenciarse de otras organizaciones terroristas, llegando a veces a parecerse hasta a un grupo insurgente en la zona que lucha a través del uso de violencia terrorista. Asimismo, es este proyecto utópico el mayor atractivo del EI hacia sus simpatizantes extranjeros, que han viajado hasta Siria para unirse y colaborar con la creación del “califato”.

Como muestra este gráfico, elaborado por Statista con datos de IHS, el autoproclamado Estado Islámico cada vez pierde más territorio y a mayor velocidad. Image: Statista

En consecuencia, considerados estos elementos, se entiende por qué estas derrotas militares han llegado a ser tan problemáticas dentro del grupo, más que a nivel físico/territorial – la pérdida de territorio también significa tener acceso a menos recursos –, a nivel ideológico – puesto que su “legitimidad” se basa también en la constitución y en la gestión del califato –. En este sentido, tanto las derrotas en el campo de batalla – que están destruyendo poco a poco su imagen de grupo invencible e imparable –, como las pérdidas de vidas humanas generadas por los ataques aéreos, junto con la presión que la comunidad internacional ha ejercido sobre Turquía para que controlara más sus fronteras, han hecho que el flujo deforeign fighters que se dirigen a Siria haya disminuido fuertemente (el Pentágono de EEUU ha llegado a hablar de una disminución del 90% de individuos que se han alistado en las filas del grupo terrorista sólo en este último año).

Sin embargo, aunque claramente relacionada con la pérdida de territorio y su supuesta creciente debilidad, la decisión de llevar a cabo tantos atentados a través de actores solitarios, a veces muy remotamente vinculados con el grupo, es aún más significativa de esta reducción de poder y de recursos. De hecho, al ir perdiendo poco a poco territorio y al verse obligado a dejar, como estrategia principal, un tipo de lucha más territorial que daba al grupo un carácter de fuerza “militar insurgente” añadida a la de terrorista, el Daesh ha tenido que optar por una estrategia del terror a través de ataques llevados a cabo por sus simpatizantes, a veces a nivel individual. Y es que esta táctica cambia radicalmente las dinámicas del grupo y le lleva a parecerse más al “eterno enemigo” al-Qaeda que al proyecto de un “Estado Islámico”, objetivo principal del grupo.

En otras palabras, la organización está poco a poco dejando de ser un califato y es cada vez más un grupo terrorista que opera a través de una estructura compuesta por células de afiliados y redes de contactos. Y esto es algo en contra de lo que el Daesh había intentado luchar desde el principio, cuando hizo del dominio territorial su marca distintiva con la proclamación del califato en 2014. A pesar de ello, los primeros rasgos de esta estructura de terror global ya se pueden observar, puesto que el grupo terrorista ha conseguido instaurar franquicias locales en otros países, como, por ejemplo, en Libia o en la península del Sinaí en Egipto, y, al mismo tiempo, reunir células de militantes en muchos más países, como han demostrado los atentados en Francia y Bélgica.

Sin embargo, es cierto que hay que tener cuidado con las predicciones y, aunque ya se empiece a dar por vencido en algunosthink tanks internacionales, la derrota total del Daesh aún no ha tenido lugar. Asimismo, hay que remarcar que, aunque esta se produjese y el Estado Islámico cayera, esto no significaría el final del grupo terrorista que, por la presión militar que está recibiendo, ya se está adaptando a cambiar su territorialidad por una estructura más en forma de red: o, en otras palabras, está empezando a plantearse la legitimación del “Estado Islámico” sin estado. En este sentido, esto va a garantizar su supervivencia ideológica, y, aunque se consiguiese recuperar el terrotorio actualmente bajo su control, el “ISIS” como inspiración y “marca” terrorista no desaparecería, sino que continuaría inspirando atentados a través de una red terrorista transnacional, probablemente más parecida a las que ya se conocen, pero no por esta razón menos peligrosa.

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